¿Qué es una Stablecoin?
Las stablecoins son monedas digitales diseñadas para mantener un valor estable, generalmente anclado al dólar, al euro o incluso al oro. A diferencia de criptomonedas como Bitcoin o Ethereum, que presentan alta volatilidad, una stablecoin siempre vale aproximadamente 1 unidad de la moneda a la que está vinculada.
Su principal ventaja es la estabilidad de precio, lo que las convierte en una herramienta muy útil dentro del ecosistema cripto.
¿Para qué sirven las stablecoins?
Estas monedas estables cumplen funciones clave en el uso cotidiano de las criptomonedas:
-
Aparcar beneficios: te permiten proteger tus ganancias sin salir del entorno cripto.
-
Enviar dinero rápido: son ideales para transferencias internacionales sin intermediarios.
-
Evitar la volatilidad: útiles cuando los mercados están inestables.
-
Cobrar en cripto sin sustos: permiten recibir pagos en criptomonedas sin el riesgo de que el valor cambie drásticamente.
Tipos de stablecoins
No todas las stablecoins son iguales. Existen distintos modelos según su forma de respaldo o estabilidad:
- Respaldadas por dinero fiat (centralizadas): Son aquellas cuya estabilidad se garantiza mediante respaldo en dólares reales u otras divisas. Un ejemplo común es USDC, emitido por empresas que mantienen reservas verificables.
- Respaldadas por algoritmos (descentralizadas): Estas stablecoins no tienen respaldo directo en moneda fiat, sino que usan contratos inteligentes y mecanismos algorítmicos para mantener su paridad. El ejemplo más conocido es DAI, una moneda estable impulsada por la plataforma MakerDAO.
- Respaldos poco claros o cuestionables: Algunas stablecoins, como USDT (Tether), han sido criticadas por falta de transparencia respecto a sus reservas. Aunque ampliamente utilizadas, generan ciertas dudas en la comunidad cripto.
Lo que debes tener en cuenta
Aunque las stablecoins son herramientas útiles, no deben confundirse con Bitcoin ni considerarse como sustituto de una criptomoneda soberana.
-
No protegen contra la inflación: están vinculadas a monedas tradicionales que sí pierden valor con el tiempo.
-
No ofrecen soberanía financiera real: muchas están controladas por empresas centralizadas.
-
Son solo un puente: útiles para mover valor de forma rápida o segura, pero no representan un destino final de inversión o ahorro a largo plazo.